Había alumbrado, como tantas veces. Sin embargo, el 13 de julio no era un día más para él. Y lo sabían todos esos seres que día tras día nos iluminan con sus encantos. La lluvia estaba enterada, la luna y las estrellas tambièn. Las nubes se preparaban con su mejor vestido de algodón para agasajar al cumpleañero. El cielo, amigo íntimo del señor sol, aguardaba su salida con un azul añil intenso, porque sabía que los rayos del inmenso y glorioso sol se encandilaban con su maravilloso encanto.
Todos esperaban su salida, la luna y las estrellas estaban realmente agotadas, tras una intensa noche de trabajo, pues no pararon de brillar y brillar. Sin embargo, la espera para saludar al sol valía la pena. Todos sabían que las seis y media era la hora exacta de su aparición, y aguardaron. Antes de ese horario, todos charlaban y se saludaban con sus manitos traslúcidas; hasta que él llegó.
¡Fue una verdadera emoción!, porque si bien no quiso contar cuàntos años cumplía, la fiesta que le organizaron lo llenó de alegría.
Fue realmente hermoso observar cómo el sol y la lluvia se abrazaron. En ese momento el día se tiñó de una explosiva lluvia de copitos amarillos escarchados, porque la nieve tambièn se había sumado a la increíble fiesta. El día pintado por los maravillosos abrazos de todos los amigos del sol, hizo que todas las personas comenzaran a bailar y cantar mirando el maravilloso escenario que era el cielo. Y era tanta la felicidad que todos sentían que fue justo en ese momento cuando el arco iris se hizo presente y desplegó serpentinas con sus bellos colores.
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