Andresín nunca quería acostarse a su hora. Sus papás le habían explicado lo importante que era acostarse temprano y descansar bien, pero él no hacía ningún caso, y ya no sabían qué hacer. Hasta que un fin de semana que estaban en el pueblo con los abuelos, el abuelo Paco se enteró y dijo:
- Esto es un trabajo para Tripón, mi gato panzudo.
Y diciendo eso, les endosó el gato y se lo tuvieron que llevar de vuelta a la ciudad. Era un gato lento y gordinflón, y tampoco daba mucho trabajo, pues nadie sabía nunca dónde se metía. Esa misma noche, a la hora de acostarse, volvieron los problemas: Andresín no tenía intención de ir a la cama. Y aunque sus papás esperaron un rato para ver si ocurría algo especial y Tripón solucionaba el problema, no pasó nada.
- Vaya cosas tiene el abuelo - dijo el padre- igual está empezando a chochear.
Cuando horas después Andresín fue por fin a acostarse, al llegar a la habitación se llevó un buen susto. Tripón estaba en su cama, totalmente espanzurrado, durmiendo a pierna suelta y roncando por todo lo alto. Andresín trató de apartar al gato, pero no hubo forma, y aquella noche apenas pudo dormir nada, arrinconado en una esquinita...
Al día siguiente, la historia se repitió, pero además Andresín estaba mucho más cansado por no haber dormido. Cuando llegón el tercer día, el niño había comprendido que si quería dormir en su cama tendría que llegar antes que Tripón, así que en cuanto sus padres empezaron tan sólo a hablar de acostarse, Andresín salió como una bala directo al dormitorio y se metió rápidamente en la cama.
Sus papás no podían creérselo. No sabían lo del gato, ni por qué Andresín se acostó a su hora sin protestar. Y estaban tan contentos, que se quedaron celebrándolo hasta bastante tarde, pero...
...¿adivináis dónde durmió Tripón aquella noche? :-))
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