viernes, 28 de junio de 2013
Invierno
Esta mañana, al abrir la puerta, me encontré con el Sr. Invierno recién llegado a la ciudad. Buenos días, le dije. Buenos días tenga usted, él me respondió.
Venía, como cada año, a invitarme a pasear y a charlar.
El Sr. Invierno es alto y delgado. Afilado, casi puntiagudo y muy atildado. Es muy friolero por eso viste siempre, como mínimo, con quince abrigos, diez bufandas, cinco gorras, varios pares de guantes, ocho calcetines y sólo usa un par de botas porque si se pone más, anda como un pato.
El Sr. Invierno es bastante taciturno, reservado, circunspecto… Vamos, que es muy callado. Y hay quien piensa que es seco, adusto y bastante agrio. Él se queja, es normal, de que nadie parece quererle, de que todos le vienen a protestar, que si hace mucho frío, que si no se puede ver el sol, que si las flores, que si las plantas, que cuando vuelve el calor…
Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar. Y me cuenta que todo el mundo le pregunta por la primavera y todos suspiran por ella: -¡Ay, cuándo llegará!- y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece, ella, la primavera, una cabeza a pájaros sin un gramo de seriedad. Y con el verano -se lamenta- ya es una locura: que si el sol, que si la playa, que si los helados, que si la alegría… ¡menuda chaladura! Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece él, el verano, un cabeza loca sin un gramo de formalidad. Hasta al otoño, su hermano más cercano, me cuenta, lo prefieren antes que a él. Porque dicen que es romántico, bufa desdeñoso, y nostálgico y… otras zarandajas. Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece que él, el otoño, un cabeza loca sin un gramo de gravedad. Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar. Y seguimos paseando mientras él se sigue lamentando sin parar. En el fondo, es su modo de disfrutar. Y poquito a poquito, pasito a pasito, a casa regresamos charlando sin parar. Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Sr. Invierno, da un suspiro satisfecho y guarda silencio. No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolero. Sentado cerca del radiador me pide una manta y contempla con aire tristón la nieve que cae en el exterior. Es un poco huraño el Sr. Invierno, un tanto taciturno, algo melancólico, y bastante quejicoso, no lo no voy a negar pero en cuanto le conoces -créeme, es la verdad- es bastante agradable sentarse en silencio junto al fuego mientras, allá afuera, el frío, la lluvia, el viento, la nieve, la niebla y el hielo llegan tras él. Cuando la cae la noche el Sr. Invierno se despide porque su trabajo debe continuar. Buenas tardes, le digo, vuelva para Navidad. Buenas tardes, me responde, aquí estaré sin faltar. Y, mientras cierro la puerta, y le veo marchar pienso en que me gusta el Invierno, no lo puedo evitar.
Desconozco autora
Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar. Y me cuenta que todo el mundo le pregunta por la primavera y todos suspiran por ella: -¡Ay, cuándo llegará!- y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece, ella, la primavera, una cabeza a pájaros sin un gramo de seriedad. Y con el verano -se lamenta- ya es una locura: que si el sol, que si la playa, que si los helados, que si la alegría… ¡menuda chaladura! Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece él, el verano, un cabeza loca sin un gramo de formalidad. Hasta al otoño, su hermano más cercano, me cuenta, lo prefieren antes que a él. Porque dicen que es romántico, bufa desdeñoso, y nostálgico y… otras zarandajas. Y el pobre no lo comprende porque a él, el invierno, le parece que él, el otoño, un cabeza loca sin un gramo de gravedad. Y yo dejo que proteste porque no tiene con quien hablar. Y lo dejo que se queje porque no tiene con quien charlar. Y seguimos paseando mientras él se sigue lamentando sin parar. En el fondo, es su modo de disfrutar. Y poquito a poquito, pasito a pasito, a casa regresamos charlando sin parar. Llegamos a casa, sirvo un chocolate bien caliente y el Sr. Invierno, da un suspiro satisfecho y guarda silencio. No se quita ni abrigos, ni bufandas, ni guantes ni nada, es muy friolero. Sentado cerca del radiador me pide una manta y contempla con aire tristón la nieve que cae en el exterior. Es un poco huraño el Sr. Invierno, un tanto taciturno, algo melancólico, y bastante quejicoso, no lo no voy a negar pero en cuanto le conoces -créeme, es la verdad- es bastante agradable sentarse en silencio junto al fuego mientras, allá afuera, el frío, la lluvia, el viento, la nieve, la niebla y el hielo llegan tras él. Cuando la cae la noche el Sr. Invierno se despide porque su trabajo debe continuar. Buenas tardes, le digo, vuelva para Navidad. Buenas tardes, me responde, aquí estaré sin faltar. Y, mientras cierro la puerta, y le veo marchar pienso en que me gusta el Invierno, no lo puedo evitar.
Desconozco autora
miércoles, 26 de junio de 2013
Sol de la mañana.
Sol de la mañana
gloria del invierno.
Por la acera de oro
se aproxima el ciego.
Blanco tiene el iris
de sus ojos, blanco.
Sus pies se resisten,
tantean sus manos.
Junto a mi ventana
se detiene el viejo.
Cante alguna cosa,
cieguito coplero.
Sol del caminante,
lumbre de los pobres.
Ya sé el consonante;
recoja esos colores.
Por la acera de oro
se encamina el ciego.
Sol de la mañana,
gloria del invierno.
Rafael Arrieta
gloria del invierno.
Por la acera de oro
se aproxima el ciego.
Blanco tiene el iris
de sus ojos, blanco.
Sus pies se resisten,
tantean sus manos.
Junto a mi ventana
se detiene el viejo.
Cante alguna cosa,
cieguito coplero.
Sol del caminante,
lumbre de los pobres.
Ya sé el consonante;
recoja esos colores.
Por la acera de oro
se encamina el ciego.
Sol de la mañana,
gloria del invierno.
Rafael Arrieta
miércoles, 19 de junio de 2013
A mi Bandera
Bandera azul y blanca,
bandera de mi patria,
jirón de nuestro cielo,
te canto con fervor
y juro defenderte
con brío y con denuedo
si oscurecer osaran
las glorias de tu sol.
La escuela me ha enseñado
que en todas partes fuiste
emblema de trabajo,
de libertad y honor;
por mares y montañas
el mundo recorriste
llevando por doquiera
la luz de tu esplendor.
Bandera que eres gloria
de un pueblo generoso
y de los hombres eres
un vínculo de paz;
bajo tu manto cubres
a todo aquel que anhele
honrar con sus virtudes
tu augusta majestad.
bandera de mi patria,
jirón de nuestro cielo,
te canto con fervor
y juro defenderte
con brío y con denuedo
si oscurecer osaran
las glorias de tu sol.
La escuela me ha enseñado
que en todas partes fuiste
emblema de trabajo,
de libertad y honor;
por mares y montañas
el mundo recorriste
llevando por doquiera
la luz de tu esplendor.
Bandera que eres gloria
de un pueblo generoso
y de los hombres eres
un vínculo de paz;
bajo tu manto cubres
a todo aquel que anhele
honrar con sus virtudes
tu augusta majestad.
domingo, 16 de junio de 2013
El patito feo
Como cada verano, a la Señora Pata le dio por empollar y todas sus amigas del corral estaban deseosas de ver a sus patitos, que siempre eran los más guapos de todos.
Llegó el día en que los patitos comenzaron a abrir los huevos poco a poco y todos se congregaron ante el nido para verles por primera vez.
Uno a uno fueron saliendo hasta seis preciosos patitos, cada uno acompañado por los gritos de alborozo de la Señora Pata y de sus amigas. Tan contentas estaban que tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo, el más grande de los siete, aún no se había abierto.
Todos concentraron su atención en el huevo que permanecía intacto, incluso los patitos recién nacidos, esperando ver algún signo de movimiento.
Al poco, el huevo comenzó a romperse y de él salió un sonriente pato, más grande que sus hermanos, pero ¡oh, sorpresa!, muchísimo más feo y desgarbado que los otros seis...
La Señora Pata se moría de vergüenza por haber tenido un patito tan feísimo y le apartó con el ala mientras prestaba atención a los otros seis.
El patito se quedó tristísimo porque se empezó a dar cuenta de que allí no le querían...
Pasaron los días y su aspecto no mejoraba, al contrario, empeoraba, pues crecía muy rápido y era flacucho y desgarbado, además de bastante torpe el pobrecito.
Sus hermanos le jugaban pesadas bromas y se reían constantemente de él llamándole feo y torpe.
El patito decidió que debía buscar un lugar donde pudiese encontrar amigos que de verdad le quisieran a pesar de su desastroso aspecto y una mañana muy temprano, antes de que se levantase el granjero, huyó por un agujero del cercado.
Así llegó a otra granja, donde una vieja le recogió y el patito feo creyó que había encontrado un sitio donde por fin le querrían y cuidarían, pero se equivocó también, porque la vieja era mala y sólo quería que el pobre patito le sirviera de primer plato. También se fue de aquí corriendo.
Llegó el invierno y el patito feo casi se muere de hambre pues tuvo que buscar comida entre el hielo y la nieve y tuvo que huir de cazadores que pretendían dispararle.
Al fin llegó la primavera y el patito pasó por un estanque donde encontró las aves más bellas que jamás había visto hasta entonces. Eran elegantes, gráciles y se movían con tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado porque él era muy torpe. De todas formas, como no tenía nada que perder se acercó a ellas y les preguntó si podía bañarse también.
Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vio en el estanque, le respondieron:
- ¡Claro que sí, eres uno de los nuestros!
A lo que el patito respondió:
-¡No os burléis de mí!. Ya sé que soy feo y desgarbado, pero no deberíais reír por eso...
- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás cómo no te mentimos.
El patito se introdujo incrédulo en el agua transparente y lo que vio le dejó maravillado. ¡Durante el largo invierno se había transformado en un precioso cisne!. Aquel patito feo y desgarbado era ahora el cisne más blanco y elegante de todos cuantos había en el estanque.
Así fue como el patito feo se unió a los suyos y vivió feliz para siempre.
Hans Christian Andersen
Mi papito
Mi papito es muy bueno,
igualito a mi mamá,
se levanta muy temprano,
yo lo voy a saludar.
igualito a mi mamá,
se levanta muy temprano,
yo lo voy a saludar.
Yo me subo a sus rodillas,
y me pongo a cabalgar,
ico, ico caballito,
qué bueno que es mi papá.
y me pongo a cabalgar,
ico, ico caballito,
qué bueno que es mi papá.
Autor: Anónimo
sábado, 8 de junio de 2013
Manuel Belgrano
Manuel Belgrano Y Nuestra Bandera
En aquella época había un general: Manuel Belgrano, formó muchos ejércitos y fue el creador de nuestra bandera.
Belgrano nació en Buenos Aires, su mamá se llamaba María Josefa González Casero y su padre Don Domingo Belgrano Peri .
Manuel viajó a España y estudió para ser abogado, a los 24 años volvió a Buenos Aires para participar de la lucha contra los españoles.
Fundó escuelas, fue periodista y participó en la Primera Junta de Gobierno Argentino.
Cuando salió a luchar con sus soldados se dio cuenta que les faltaba una bandera, algo que los distinguiera de los enemigos.
Copió los colores de la escarapela y el 27 de febrero de 1812 izó por primera vez la bandera de la Patria, en las barrancas del río Paraná, frente a todos los soldados que estaban muy emocionados. Desde ese día siempre había un soldado que llevaba nuestra bandera celeste y blanca y podía usarla como arma frente a los enemigos.
Belgrano murió pobre y anciano pero nos dejó nuestra bandera celeste y blanca.
Todos los países tienen su bandera que los representa, algunas tienen dos colores, otras tres o más, unas estrellas, o lunas, o un sol como la argentina.
En aquella época había un general: Manuel Belgrano, formó muchos ejércitos y fue el creador de nuestra bandera.
Belgrano nació en Buenos Aires, su mamá se llamaba María Josefa González Casero y su padre Don Domingo Belgrano Peri .
Manuel viajó a España y estudió para ser abogado, a los 24 años volvió a Buenos Aires para participar de la lucha contra los españoles.
Fundó escuelas, fue periodista y participó en la Primera Junta de Gobierno Argentino.
Cuando salió a luchar con sus soldados se dio cuenta que les faltaba una bandera, algo que los distinguiera de los enemigos.
Copió los colores de la escarapela y el 27 de febrero de 1812 izó por primera vez la bandera de la Patria, en las barrancas del río Paraná, frente a todos los soldados que estaban muy emocionados. Desde ese día siempre había un soldado que llevaba nuestra bandera celeste y blanca y podía usarla como arma frente a los enemigos.
Belgrano murió pobre y anciano pero nos dejó nuestra bandera celeste y blanca.
Todos los países tienen su bandera que los representa, algunas tienen dos colores, otras tres o más, unas estrellas, o lunas, o un sol como la argentina.
miércoles, 5 de junio de 2013
NUESTROS SÍMBOLOS PATRIOS
Nuestros símbolos patrios representan a la Nación Argentina.
El pueblo argentino se reconoce en ellos y por eso, su importancia y la necesidad de respeto de nuestra identidad nacional.
La República Argentina tiene una historia rica y precisa de sus símbolos patrios:la Bandera Nacional, el Escudo Nacional y el Himno Nacional Argentino. La Escarapela Argentina no es un símbolo patrio, es un distintivo nacional.
Cantar el Himno Nacional Argentino, en posición de firmes, con fervor, al recibir y despedir respetuosamente a la Bandera Nacional, al colocar en nuestro pecho la Escarapela Argentina, al recitar la Oración a la Bandera, manifestemos, con sano orgullo: “¡Soy argentino!”, “¡Soy argentina!” y honremos a aquellos patriotas, que dieron su vida por la libertad y soberanía de nuestro país.
Con nuestro respeto a los símbolos patrios, también nos honramos nosotros mismos. Nos enriquecemos como seres humanos y como ciudadanos argentinos. Al unir nuestras voces cantando el Himno, al saludar y despedir a la Bandera con emoción, contribuyamos con nuestro granito de arena a la unión de todos los argentinos en una sola alma nacional.
La República Argentina tiene una historia rica y precisa de sus símbolos patrios:la Bandera Nacional, el Escudo Nacional y el Himno Nacional Argentino. La Escarapela Argentina no es un símbolo patrio, es un distintivo nacional.
Cantar el Himno Nacional Argentino, en posición de firmes, con fervor, al recibir y despedir respetuosamente a la Bandera Nacional, al colocar en nuestro pecho la Escarapela Argentina, al recitar la Oración a la Bandera, manifestemos, con sano orgullo: “¡Soy argentino!”, “¡Soy argentina!” y honremos a aquellos patriotas, que dieron su vida por la libertad y soberanía de nuestro país.
Con nuestro respeto a los símbolos patrios, también nos honramos nosotros mismos. Nos enriquecemos como seres humanos y como ciudadanos argentinos. Al unir nuestras voces cantando el Himno, al saludar y despedir a la Bandera con emoción, contribuyamos con nuestro granito de arena a la unión de todos los argentinos en una sola alma nacional.
lunes, 3 de junio de 2013
Himno Nacional Argentino
En los días dela Patria entonamos el Himno Nacional Argentino.
El Himno Nacional Argentino cumplió 200 años.
El 11 de mayo de 1813, la Asamblea del Año XIII sancionó como Himno Nacional,
la canción patriótica compuesta con versos de Vicente López y Planes y música de Blas Parera.
Cantémosla con orgullo, bien parados y derechitos honrándolo ya que es nuestro símbolo Nacional y representa a nuestra querido país.
El Himno Nacional Argentino cumplió 200 años.
El 11 de mayo de 1813, la Asamblea del Año XIII sancionó como Himno Nacional,
la canción patriótica compuesta con versos de Vicente López y Planes y música de Blas Parera.
Cantémosla con orgullo, bien parados y derechitos honrándolo ya que es nuestro símbolo Nacional y representa a nuestra querido país.
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