En 1810 no había negocios.
Para comprar había que ir a la Recova que estaba en el centro.
En el resto de la ciudad o en las provincias había algunas tiendas y pulperías donde abastecerse.
Las mujeres cosían su propia ropa, las más ricas traían de Europa los vestidos ya confeccionados pero debían arreglarlos a su medida.
Las telas llegaban, también de Europa o del interior del país donde había una incipiente industria textil.
Pero por suerte pasaban los vendedores ambulantes vendiendo y pregonando sus mercaderías.
El aguatero era un vendedor ambulante.
Iba al rio a sacar agua, juntaba el agua en un barril que se ponia sobre una carreta que la empujaba para adelante con bueyes, llevaba el agua a la ciudad para venderla en cada casa.
Vendo agua fresquita para refrescar su boquita.
Aguatero!!! Agua fresca, clara y pura
para la doña y el don.
Aquí pasa el aguatero
y se va con su pregón.
Agüita fresca traigo del río,
para que tomen todos los días.
¡Aguateroooooo!
Agua para calmar su sed caballero,
agua de la mejor con poco dinero.
¡Agua, agüita para las damas bonitas!.
Los vendedores aparecían a las puertas de las casas.
El lechero aparecía bien temprano...
Leche recién ordeñada,
leche espumosa para usted,
mi linda moza.
Soy el lechero,
mucho madrugo
y vengo a todos
a despertar.
Traigo abundante
y rica leche
para que puedan
desayunar.
La leche cotidianamente llegaba de las estancias o granjas que se encontraban a unas tres millas de la ciudad.
Era traída a caballo en tarros de barro o latón y cada uno de ellos llevaba de 4 a 6 en una alforja de cuero atada a la montura con una correa
.
Para no quedarse a oscuras, pasaba el vendedor ambulante que vendia velas.
La gente le compraba velas y así alumbraba sus casas.
También usaban las velas para las tertulias.
Vendo velas velitas,
para alumbrar las casitas.
Vendo velas velones
para alumbrar los salones.
Yo soy el negrito Tino
que siempre pasa por acá
vendiendo escobas y plumeros
y nadie me quiere comprar.
No había luz eléctrica entonces el sereno era el encargado de encender los faroles y anunciar la hora y el pronóstico del tiempo...
Aquí vengo con mi antorcha
para encender su farol.
La luz que pongo en su calle
se parece a la del sol.
El Sereno
Soy el sereno,
siempre vigilo
todas las calles
de la ciudad.
Todo lo veo,
anuncio el tiempo
y doy la hora,
siempre actual.
¡Las 12 han dado y sereno!
y la noche está tranquila.
Camino con mi farol
por la ciudad dormida.
Los vendedores de comidas pasaban a toda hora...
Vendedora de pastelitos
Yo soy la negrita Tomasa
la que cocina y amasa
preparo ricos pasteles
para comerlos en casa.
Vendedora de empanadas
Empanadas bien sabrosas
para las buenas mozas.
Empanadas bien calientes
para todos los valientes.
Mazamorra dorada
para la niña mimada,
mazamorra caliente
para la abuela sin diente.
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