Bañar a un perro no es tan sencillo como parece, puesto que es necesario seguir unas pautas para evitar hacer daño al animal, por ejemplo, introduciendo agua en sus oídos.
El primer paso a seguir es cuidar la temperatura del agua y asegurarse de que esté tibia. Posteriormente, hay que frotar bien el pelo con algún champú especial que se haya adquirido en un centro veterinario. También es posible utilizar jabón de coco.
Se debe comenzar a aplicar el champú por el lomo y hay que extenderlo hasta las patas, dejando la cabeza para lo último.
Cuando se proceda a lavar la cabeza, hay que extremar las precauciones para evitar que el jabón se introduzca en sus oídos o en sus ojos.
El siguiente paso es enjuagar, para lo cual es necesario agarrar al perro por el hocico y echar el agua de adelante hacia atrás con algún recipiente apropiado.
Ésta es una de las fases más importantes del baño y conviene realizarla a conciencia, porque muchos perros sufren trastornos en la piel debido a los restos de champú o jabón que les dejan sus dueños al bañarles.
Después del baño
El proceso de higiene del perro no termina con el baño sino que, a continuación, se debe proceder a su secado. Es conveniente acostumbrar al animal al secador de pelo desde pequeño: se trata del medio más eficaz y rápido porque evita que la humedad persista durante demasiado tiempo.
No obstante, hay que cuidar que el aire caliente no penetre en sus oídos.
Antes de utilizar el secador se hace un primer secado con una toalla, con la cual se le acaricia, sin frotar, y siempre en sentido descendente para evitar los rizos.
En la actualidad, incluso existen secadores especiales para perros, que controlan bastante el ruido, lo que más asusta a estos animales.
Para completar todo el proceso hay que proceder a peinar y cepillar al perro.
Dependiendo del tipo de pelaje del animal, este cepillado deberá ser más o menos duradero y
exhaustivo.
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